Hace varios años, un ilustre, y muy ilustrado ciudadano de
Quito, ante los distintos planteamientos sobre el incremento de la inseguridad
en los sectores urbano y rurales, supo manifestar a los ciudadanos, que este
era un tema de Percepción.
Como la situación se manejaba, desde una visión tan
ilustrada como una mera percepción, muy acorde a esta, se planteó el retiro de
porte de armas para los ciudadanos, con lo cual, habría menos armas circulando
legalmente en el territorio nacional, y se procuró retirar las armas que se
encontraban en condición irregular, lo cual es muy adecuado y acertado.
Los armeros de la sierra centro del país, cambiaron su
oficio de elaboración de armas, para elaborar pupitres para las escuelas.
Ante esta percepción, también desde el otro lado, los
ciudadanos de bien, percibimos que a alguien se le olvido el retiro de armas a
los otros ciudadanos, de no tan bien.
Luego se planteó que la situación de la prensa es inaudita,
y este problema se lo trataba a través de cadenas, tanto televisivas como
radiales, y haciendo uso de los mismos medios de comunicación, se los trataba y
calificaba como Gordas Horrorosas, Prensa Corrupta, y otros epítetos, que con
gran creatividad y manejo del idioma, se los utilizaba abiertamente.
Cuando se planteó que existía una persecución hacia la
prensa, denominada libre, se nos alerto, que esté también era un problema de
percepción, y que la prensa libre es toda aquella que esa de acuerdo con los
planteamientos de los sábados, y que el resto se la podía considerar como presa
mercantilista, corrupta, y otros calificativos adicionales, los cuales, poco a
poco han perdido el encanto de la creatividad y uso amplio e ilustrado del
idioma castellano.
En pura concordancia con el tema de la prensa, por razones
de rentas y trabajo, hay quienes se vieron en la obligación de cerrar a medios
de comunicación, donde además de los supuestos problemas mencionados, las ideas
no concordaban con las que se deberían generar desde una prensa libre y
respetuosa de la doctrina sabatina.
Ante el hecho de esta percepción de censura informativa, se
vino el caso de periodistas, que en defensa de los más altos intereses del
estado y de sus ciudadanos, presentaron información referente a casos de
supuesta corrupción, y que en base a la percepción de persecución, han visto la
"necesidad" de retirarse de la vida pública, para garantizar el
derecho a La Paz y a la tranquilidad que sus familias requieren, tal como se
plantea en la carta de 300 años, defensora del Buen Vivir, y para quienes son
más ilustrados, Sumak Kawsay.
Para concluir y no aburrirlos más con tanta abrumadora
percepción, hoy en día existe la que más de moda se encuentra, y que va muy de
la mano de un proceso electoral. La Percepción de que estamos Vigilados.
Nunca falta quien durante una conversación telefónica, y
ante algún tema que considera sensible, siempre menciona "esto no se puede
hablar por esta vía, preferible en persona". Otros, más creativos, y
más sutiles, se aproximan a decir, que existe la posible percepción de que
estamos siendo escuchados, mejor se habla en otro momento.
Más interesante es aún, cuando vienen las recomendaciones de
quienes aseveran que hay escuchas, que ubican por sensores de voz, hasta a 500
metros de distancia, o quienes al entrar a una reunión, prefieren desmontar sus
celulares, para no ser captados.
La única y evidente realidad, y que aparentemente no es una
mera percepción, es el hecho que el ciudadano, tanto de a pie, como de a
bicicleta o de auto revolucionario, tiene temor de expresarse libremente, por
sí acaso sus comentarios o frases, pueden ser sacados de contexto, generando la
percepción de incomodidad de quienes perciben un país orientado a una política
del siglo XXI.
Rodrigo Gómez de la Torre
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